Voy a empezar este blog con la mujer que me “prestó” una de sus obras para adornarlo, la pintora mexicana nacida en 1907, que revolucionó con su arte y su vida, el México de principios del siglo XX y algunos rincones del planeta, aunque entonces no existiera la ‘globalización’ actual.
Nacida en Coyoacán, Frida era la tercera hija del matrimonio Kahlo – Calderón, era una niña con un profundo sentimiento de independencia y rebeldía, orgullosa de las costumbres y colorido de su patria, Frida siempre se enfrentó al intento de suprimir dichas costumbres para adoptar las de sus vecinos del norte.
Fue una mujer emprendedora y luchadora, ya que desde 1913 cuando la Poliomielitis la afectó, dejándole una pierna mas delgada que la otra; su vida se vio afectada de una serie de enfermedades, accidentes y lesiones que hicieron de ella un verdadero calvario de dolor físico que muchas veces se ven reflejadas en sus obras pictóricas.
En la escuela, la cual por aquel entonces era la primera generación de niñas que aceptaban, fue una niña rebelde que lideraba a un grupo de varones los cuales eran las pesadillas de los profesores; fue en esta escuela donde tiene su primer contacto con el amor de su vida, Diego Rivera, al cual le había encargado hacer un mural en dicha escuela.
En el año 25 Frida, sufrió un accidente de tranvía, donde quedo con lesiones permanentes debido a fracturas en la columna vertebral casi en su totalidad, algunas costillas, el cuello y la pelvis; así como también dislocaciones en su pie derecho y un hombro; a lo largo de su vida, la medicina de su tiempo la torturo con 32 operaciones quirúrgicas, corsés de distintos tipos y mecanismos de “estiramiento”.
Todo esto llevo a Frida a mantenerse prostrada durante mucho tiempo, así fue que en 1926, todavía en su convalecencia, cuando pinto su primer autorretrato; haciendo que la pintura expresara durante el resto de sus días, sus experiencias y sobre todos los procesos que ocurrían dentro de ella, sus sentimientos y emociones.
Como nota curiosa la mayoría de sus pinturas las realizo estirada en su cama o en el baño.
Pero el carácter fuerte y rebelde de Frida, logró el milagro al cual muy pocos apostaban, su recuperación y su capacidad para caminar; esto hizo que mediante algunos amigos íntimos se introdujera en ellos ambientes artísticos de la época, donde conoció a la fotógrafa, artista Tina Moddotti y a Diego Rivera.
La relación entre la Kahlo y Diego estuvo llena de amor pero también de aventuras con otras personas, odio pero con un gran vinculo creativo, se casaron en 1929 pero su matrimonio solo duró un año.
Fue en esta época de crisis marital donde Frida termina su autorretrato Las Dos Fridas (el cual adorna el blog) donde intenta asimilar el divorcio separando la Frida de traje de tehuana, la Frida de Diego y la otra, la de raíces europeas, la que existió antes de él; con el corazón conectados uno al otro, la parte europea rechazada por la separación, amenaza a al otra con perder toda su sangre.
A pesar del divorcio Rivera y Kahlo nunca tuvieron una verdadera separación, tenían muchos aspectos que los separaban y los unían, unos mas fuertes que los otros; aunque Frida quiso ser madre pero las lesiones que había sufrido en el accidente no la dejaron, sin embargo para ella, si pudo cuando los demás creyeron que no podría entonces esto tampoco era imposible… pero si lo era y tuvo que por fin aceptarlo.
Diego fue de gran ayuda para la carrera de la pintora, de hecho fue el “creador” de la imagen cejijunta que conocemos de ella; el era su mayor admirador y Frida le ayudaba criticando duramente el trabajo de el.
Entre los años 31 y 34 pasa la mayoría del tiempo con Rivera en Estados Unidos, codeándose con la sociedad artística; entre el 39 se mete en problemas con la ley por ser acusada del revolucionario ucraniano León Trotsky el cual exilio en su casa de Coyoacán desde 1937 y el cual también, vale acotar, tuvo un romance; pero luego de aclararse el asunto es dejada en libertad al igual que su marido.
En 1938 en una exposición de Frida en Nueva York el poeta André Bretón califica la obra de la artista como surrealista a lo que ella declararía luego “Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad.”
En 1939 expone en París, donde se relaciona con Picasso y aparece en la portada de la revista Vogue francés, lo cual la hace conocida internacionalmente.
A partir 1943 se establece de nuevo en su natal México y comienza a dar clases en la escuela La Esmeralda.
En 1953 la Galería de Arte Contemporáneo de la ciudad, organizó una gran exposición de sus obras, pero los médicos le habían prohibido ir debido a su delicado estado de salud.
Cual seria la sorpresa de los invitados a la inauguración cuando en la puerta de la galería, arriba una ambulancia, escoltada por motociclista, la cual es estacionada y de ella, en una cama de hospital aparece la propia Kahlo. Entre la mirada atónita de fotógrafos, periodistas y demás invitados las cama de la pintora fue colocada en el centro de la galería y compartió felizmente con todos los allí presentes.
Ese mismo año se le tuvo que amputar una pierna debido a una infección de gangrena, la cual la sumió en una profunda depresión que la llevo a intentar el suicidio en un par de oportunidades, ya que no podía pintar, descargó pues, todo ese sufrimiento en poemas escritos en su diario cuyos temas eran tristes y de remordimiento. Las ultimas palabras que escribió en el fueron “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”.
Murió en Coyoacán en 1954, a los 47 años de edad, sus restos fueron velados en Palacio de Bellas Artes de México, luego incinerada, sus cenizas se encuentran en su Casa Azul de Coyoacán, el cual fue convertido en el Museo de Frida Kahlo cuatro años después de su muerte.
Esta vez voy a escribir para rendirle homenaje a una mujer quién si no cambió el mundo o aportó algo para ello, si lo hizo con el mío…
