Un blog para celebrar el papel de las mujeres en la historia, mas allá de su presencia en la mitología y espiritualidad, en leyenda y cuentos de hadas...

Mujeres de carne y hueso que cambiaron el rumbo de la historia y que aportaron al mundo una nueva visión...

Y si las encuentro, mujeres que también demostraron que pueden ser los seres mas crueles de la historia...

martes, 22 de junio de 2010

Juana La Papisa

Papisajuana Para mi esta es una de las memorias mas graciosas que puede tener la historia de la religión católica, siempre marcada por el liderazgo masculino; según la Iglesia Católica Romana la historia no es mas que una leyenda y ofrece muchas razones para considerarla así, como se puede ver en la página web http://ec.aciprensa.com/j/juanapapisa.htm pero muchos protestantes se han “colgado” de esta historia para desacreditar y atacar al papado.

Existen en realidad dos versiones de esta presunta leyenda, la primera escrita por el dominico Etienne de Bourbon (1261), siendo la historia adoptada por el dominico Jean de Mailly; es una versión bastante escueta y con un final cruento.

La segunda versión proviene de Martín de Troppau la cual fue la primera que conocí y es la que voy a utilizar en esta publicación.

La leyenda se suele situar entre los años 855 y 857, según el listado oficial papal, corresponde a Benedictino III, en el momento de la usurpación de Anastasio el Bibliotecario; en cambio algunos sitúan la leyenda en el periodo entre 872 y 882, mientras el papado fue regido por Juan VIII.

Pero siendo al grano de la historia de Juana, sostienen que nació en Ingelheim am Rhein, cerca de Maguncia (en la actual Alemania); hija de un monje, que algunos cronistas dicen que fue unos de los predicadores que difundieron el evangelio a los sajones. Esto le dio la oportunidad a Juana a crecer en un ambiente de religión y con mucho acceso al estudio, lo cual no era lo normal para las mujeres de la época; pero para continuar estudios serios dentro de la religión, Juana tomó la decisión de cambiar su imagen y empezar a trabajar como copista bajo el nombre masculino de Johannes Anglicus (Juan el Inglés); algunos escritores dicen que su principal razón para este cambio se debió al enamoramiento de Juana por otro estudiante.

En esta nueva posición, Juana tuvo la oportunidad de viajar por varios monasterios y relacionarse con grandes personajes de la época; visito Constantinopla, Atenas y de regreso a Germania paso por la corte del rey Carlos el Calvo.

Para 848, Juana era una erudita en varios temas incluyendo medicina, así que viajo a Roma donde obtuvo un puesto de docente. Hábilmente supo disimular su identidad, al punto que fue bien recibida en los medios eclesiásticos, en particular en la Curia (los ejecutores desde entonces hasta la fecha de las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales de la Santa Sede), con tan buenos contactos y reputación rápidamente caló posiciones hasta lograr convertirse en la secretaria para los asuntos internacionales del papa León IV.

En 855, tras la muerte del papa, Juana (o mejor dicho Johannes) fue elegida su sucesora bajo el nombre Benedicto III o Juan VIII (aquí es donde se nos traba el serrucho, pero la historia sigue).

Dos años después y nueve meses de disimulo del embarazo de la papisa cuyo padre se especula que fue el embajador Lamberto de Sajonia, comenzó a sufrir las contracciones del parto en medio de una procesión y dio a luz en público. Imaginen el impacto para todos aquellos que allí se encontraban.

Algunas versiones dicen que Juana murió después del parto, otras dicen que fue lapidada hasta morir por la furia de la gente, otras dicen que fue atada a un caballo y arrastrada hasta morir y otras (versiones mas protestantes) que tanto la madre como el hijo sobrevivieron llegando el ultimo hasta la posición de Obispo. Pero como buena historia donde hay en juego tantos puestos de poder y de reputación será uno de los misterios que se quedaran en alguna parte del sótano de la Santa Sede.

Esta suplantación fue tan impactante para la Iglesia católica que para evitar una nueva, se implementó una verificación de la virilidad de los papas electos, que consistía en examinar manualmente los atributos sexuales del nuevo pontífice a través de una silla perforada. Si el verificador quedaba satisfecho debía exclamar al resto de los eclesiásticos presentes Duos habet et bene pendentes (Tiene dos y cuelgan bien).

Igualmente los acontecimientos de esa procesión hizo que los caminos para nuevas procesiones fueran cambiadas para evitar en lo posible la Iglesia de San Clemente, lugar del supuesto alumbramiento y así evitar remembranzas bochornosas.

Esta historia tiene mucho detractores en la Iglesia Católica que, como mencione al principio tiene muchas razones que consideran valederas y lógicas para refutar esta historia, pero como dice el dicho popular “Cuando el rio suena, es porque piedras trae”.

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